La Breve Historia contada por Gilbert Hinostroza. 2da.parte.


La fiel vecina olvidó por un instante toda su educación universitaria y en su labor de improvisada traductora y confidente, lo empapeló a chuchá en el nombre de todos utilizando la misma vía electrónica. Conocedora de los misterios de la gestación y del parto, reservó en secreto el mensaje por muchos años y le hizo creer a mi madre, que mi padre, con mucho dolor, había sido destinado a tierra y, en consecuencia, ya no podría comunicarse. Jeanne, residente en un cerro de esa hermosa ciudad que era Valparaíso, toda hinchada se deshizo en llanto ésa madrugada y otras más, con el consuelo de Yaya y de su traductora. A mi vecina la llevo con mucho cariño, por ella crecí en la población señalado como el hijo del gringo y, eso me favoreció muchas veces, es por ella, que digo así cuando me refiero a mi padre. Un día, Morjori, se levantó temprano, me vistió con lo mejor del closet, maquilló sus ojeras y se dirigió toda una dama a las oficinas gubernamentales frente al Reloj Turri. Le dieron paso en la fila y sentada tranquilamente en un buró con funcionario y computador incluido, sacó pecho y le dijo, dignamente, al circunspecto varón “mi guagua llevará el nombre de su padre y mis apellidos, Gilbert Hinostroza Hinostroza”; así fue como nací a la vida civil e ingresó mi nombre en el territorio cibernético. Acaban de copiar de mi cerebro, todas esas imágenes para un artefacto computacional que han instalado en la Embajada Norteamericana de Santiago de Chile, soy hijo de un mártir y viajo a la Ciudad Patrimonial de Hollywood, debí pasar por el trámite de filiación, ya no hacen falta documentos ni declaraciones personales ni otros elementos probatorios de los antiguos abogados, a la entrada, un súper equipo, donde uno se introduce, capta todo el perfil genético y las imágenes cerebrales, las compara con los archivos del banco de ADN de los soldados de Irak y si coinciden los códigos, a uno le instalan un microchip y puede trasladarse a los Estados Unidos sin otros trámites ni pasaporte, por supuesto, no hay reclamaciones porque el margen de error se ha estrechado digamos que, exageradamente. Es más, todo lo que mi padre habló a través de la cámara web, las imágenes de mi madre encinta, los chats, y hasta las chuchá de la vecina, están archivadas en el banco. Los que escribieron sobre el ejercicio militar conjunto entre los militares chilenos y los norteamericanos en mayo del año dos mil ocho en Valparaíso, cuentan que las personas que pagaron una costosa lancha de turismo en el puerto para ver el portaaviones de mi padre bien cerca, quedaron sorprendidos con aquella cosa inmensa y destructora, advirtieron una tecnología superpotente para la época, y aunque, un tanto ridículos saludando la masa de hierro, según vi en las imágenes de archivo, tenían razón, las guerras por el petróleo, como muchas guerras, fueron acompañadas de avances científicos, después hasta supimos que la intensa neblina que hubo en la ciudad por esos únicos días que mi madre y mi padre disfrutaron juntos, había sido generada desde el buque nuclear.
Esta es la breve historia de mi nacimiento, con cierta ternura porque así escribo, pienso y respiro, en mi quedó probada la teoría de la resiliencia; a pesar de todo, soy una persona feliz, que amo de manera diferente, antiguamente, otras personas, nos discriminaban y nos decían homosexuales en tono despectivo, hoy, ya no es tema, por el contrario, el desarrollo normal de mi feminidad me hizo comprender a mi madre, su vida ajena a la política, al significado de la palabra portaaviones y a todo en torno a la guerra, a su auto instrumentación como objeto sexual. Entendí el amor de Jeanne por su marinero y así pude conocer a Marjori, su vida, su locura y su partida después del maremoto. Pero, como les contaba al inicio la escasez de agua y su precio, es el tema actual, estoy viviendo en el año 2029 y puede que cuente otras historias, todo, dependerá de este viaje, estan por instalarme el chip.

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