Premio Nobel de Economía para la mujer cubana

La Academia Sueca pasó por alto en la entrega del cuestionado premio 2008, a una colectividad de féminas destacables. Hay razones para considerar que, como nunca, debió ser compartido entre el profesor norteamericano Paul Krugman y las Mujeres Cubanas.


La mujer cubana ha hecho tanto o más que el profesor Krugman. Administradora de los recursos del hogar, en medio de una contrariedad política extenuante, ella se debate entre la versión oficial que se anuncia en la prensa y el día a día del mercado con las realidades que provoca el bloqueo y la deficiente e inoperante administración de los recursos estatales.


Ella no dice “hoy voy a cocinar tal cosa”, no, ella magistralmente se hace todo un planteamiento científico: ¿qué voy a inventar hoy? y, diariamente resuelve en su cocina complicadas ecuaciones matemáticas y químicas con resultados de sabor y equidad en la repartición.

Cocina y ha cocinado según los períodos de la política cubana agroalimentaria, manejada según antojos. Épocas de solo berenjenas, de solo plátano burro, de solo papas, de picadillo enriquecido con soya, años de uno por persona y etcéteras, etcéteras. Contradictoriamente, desarrolla su existencia rodeada de mar pero los productos del mar no llegan a su mesa, porque el mar también es político. Ella recuerda que hubo épocas de vacas gordas y derroche, por eso cuando se enteró que los rusos de la taiga no tenían jabón de lavar porque lo mandaban a Cuba, ella no se asombró, lo advertía como buena administradora.


Fuera de la cocina también ha realizado grandes aportes a las Ciencias Económicas: un jabón de baño, un litro de aceite y otros solo uno para todo un mes. ¿Cómo lo hace la mujer cubana? tal vez ni el propio Krugman ni la Academia pudiesen descifrarlo.

Entonces: ¡Qué mayor aporte a la humanidad que en otras circunstancias nos hubiera perdido a los cubanos, tan alegres, dicharacheros, guaracheros y los más mejores del mundo!.

Por su inventiva, creatividad y genialidad sin límites, ella merece el Premio Nobel de Economía que le entrego yo, en “PM-p” a cuenta y riesgo. Lo asumo.

No hay comentarios:

Sonido callejero: El joven del acordeón. Muelle Vergara.